miércoles, 6 de abril de 2011

La ruta picassiana (II): Henry Gidel

En el año 2003, el francés Henry Gidel escribió una biografía sobre el pintor malagueño Pablo Ruiz Picasso, que fue editada con el título de “Picasso”, por la editorial Plaza y Janés. El objeto de este trabajo es comentar cómo trata Gidel la estancia de Picasso en Horta de Sant Joan, Terra Alta, de la provincia de Tarragona, donde acudiría invitado por la familia de su amigo Manuel Pallarès i Grau, propietarios de la masía Tafetans.

El pintor volvía de pasar una temporada en Madrid (vivía habitualmente en Barcelona), donde había sufrido una escarlatina –“a pesar de lo que hayan podido decir algunos biógrafos, no se trataba en absoluto del demasiado célebre collar de Venus, síntoma de la sífilis, que aterrorizaba en la Belle Époque”, y su amigo Manuel Pallarès le propuso ir a Orta para recuperarse, de esta forma correspondía a la buena acogida que él había tenido en Barcelona, en casa de los padres de Pablo. Corría el año 1898, y Picasso pasaría ocho meses en Horta d’Ebre, como entonces se conocería a ese precioso e interesante lugar, para pasar en 1910 a ser Horta de Sant Joan y, en la actualidad Orta de Sant Joan.

“Pablo se alojó por un tiempo en Can Tafetans, la gran masía de los Pallarès, que poseía también una presa de aceite de oliva. Allí el muchacho de ciudad aprendió a observar la vida rural, pero también a dibujarla o pintarla: campesinos segando o trabajando en el molino, pastores, leñadores cortando madera, viejas casas en medio de los campos de trigo de un amarillo luminoso. También representaba con ternura animales, corderos, cabras, o ese pobre burro de mirada tan dulce y resignada que despierta compasión”.
En aquellos tiempos, en Orta, pueblo agrícola por excelencia, sólo se hablaba catalán, y Picasso también lo hablaba “lo cual le daría más seguridad a su regreso a Barcelona”.

Debido al calor del verano, los dos amigos se aventuraron a dirigirse y vivir una temporada en las montañas vecinas. “Pasaron varias semanas en los Ports del Maestrat, en el seno de la naturaleza salvaje: espesos bosques, barrancos, torrentes helados. Durmieron en una gruta, sobre lechos de hierba, y cocían arroz en hogueras. Eso no les impidió en absoluto seguir dibujando y pintando”.

Fue en esas montañas donde, al parecer, Pablo Ruiz Picasso vivió una breve experiencia homosexual. Gidel lo recoge de “una biógrafa”, y ésta, a su vez, dice haberlo oído de boca de Françoise Gilot, una de las compañeras de Picasso. Stassinopoulos dice se trataba de “un joven pintor gitano, un muchacho de unos quince años, los acompañaba, conduciendo la mula cargada con el equipaje”. 


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