Francia, donde se organizan cada año decenas de corridas, ha inscrito estas como un Bien de Interés Cultural Inmaterial, tras haber estudiado desde su Ministerio de Cultura una propuesta procedente del Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas.
El país vecino se convierte así en el primero del mundo en reconocer esta práctica como patrimonio cultural, aunque la distinción no supone grandes cambios para su práctica, muy frecuente en el sur del país. Este tipo de espectáculos se pueden seguir disfrutando en las regiones meridionales de Aquitania, Pirineos Medios, Languedoc-Roussillon y Provenza Alpes Costa Azul.
Según el informe presentado por el Observatorio Nacional de las Culturas Taurinas, cuya sede se sitúa en Arles, ante el Ministerio de Cultura, ‘estos espectáculos constituyen un aspecto significativo de la historia con presencia en la zona sur de Europa y en América Latina’.
El texto califica la tauromaquia como ‘un espectáculo vivo’, destacando que constituye ‘el núcleo de numerosas fiestas locales’ que ejercen, a su vez, como atracción para el turismo.
Tras todo esto han salido las organizaciones de defensa de los animales, los cuales no están de acuerdo con el informa ni con la idea de que esta práctica pueda ser de interés común y aun menos cultural.
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